Cuando a sus ochenta años, empuñando un megáfono se dirigía a los miles de manifestantes de la Plaza Tahrir, Nawal El Saadawi (Kafr Tahl, Egipto, 1931) no sentía estar haciendo nada distinto a lo que había hecho toda su vida: defender los derechos de las mujeres árabes frente a las injusticias producidas por la religión y sus gobiernos totalitarios. Desde muy pequeña tuvo conciencia de la desigualdad que suponía ser mujer, cuando preguntó por qué su hermano, más perezoso y menos responsable que ella, obtenía todos los cuidados familiares y le respondieron que tratar mejor a los hombres era la voluntad de Dios. Así que escribió una carta despidiéndose de él: «Querido Dios: si no eres justo, no estoy preparada para creer en ti». Aún no sabía que pronto mutilarían sus genitales con una cuchilla de afeitar invocando esa misma voluntad.
El Saadawi se licenció en psiquiatría y tras trabajar unos años como médica rural fue nombrada Directora General de Educación para la Salud. Bien considerada por el gobierno, también la puso al frente de la Asociación Médica de El Cairo y la nombró editora jefe de la revista Health. Pero todo acabó al publicar en 1972 Women and sex, un ensayo sobre la sexualidad de la mujer musulmana que produjo un gran escándalo. Fue cesada de sus cargos y sus libros fueron censurados. Su vida a partir de entonces no fue fácil. En 1981 el régimen de Sadat la encarcela junto a otros intelectuales críticos. En prisión, escribe sus memorias en rollos de papel higiénico con un lápiz de ojos que le pasan de contrabando. En 1991, una organización islamista la puso en una lista negra en la que pedía su muerte. En 2005, se presentó a las elecciones presidenciales de Egipto: quería demostrar que una mujer puede hacerlo.
El sello Capitán Swing acaba de publicar Mujer en punto cero (traducción de Mireia Bofill, 126 páginas), el durísimo testimonio de una prostituta condenada a muerte por matar a su proxeneta en defensa propia. La protagonista, Firdaus, expone en el relato de su vida muchas de las vejaciones que El Saadawi ha denunciado a lo largo de los años: la ablación cuando era niña, la prohibición de acceder a estudios superiores, el matrimonio forzado con un anciano, la sumisión de la mujer en todos los ámbitos de la vida... Firdaus, en sus últimas horas de vida antes de ser ejecutada, hace una lúcida reflexión acerca de la dignidad que remueve conciencias.
MUJER EN PUNTO CERO |
Este artículo apareció publicado el jueves 16 de marzo de 2017 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón. Aquí podéis descargar el artículo en PDF.
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