Puede parecer que en las novelas de Anne Tyler nunca pasa nada. Pero esa nada encierra un mundo entero: el mundo de las cosas cotidianas, de los pequeños detalles, de gestos sin importancia que se repiten a diario y que en la pluma de Anne Tyler se convierten en excelente literatura. Leyendo a Eudora Welty aprendió que las cosas que parecen intrascendentes pueden significar más que las importantes y esa es su mejor arma. Aprendió tan bien que al cabo de los años, Welty se declaró una rendida admiradora suya, igual que Nick Hornby o John Updike.
El escenario donde transcurren sus historias es Baltimore, donde ella vive. Sus personajes son matrimonios de clase media, personas que viven una vida muy parecida a la suya. Aun así, Anne Tyler (Minneapolis, 1941) insiste en que sus obras no son autobiográficas, aunque admite que están muy influenciadas por las distintas etapas de su vida. La agudeza con la que indaga en el interior de las relaciones, con la que observa el paso del tiempo, convierte sus novelas en extraordinarios espejos de la realidad. La distancia y la curiosidad con las que mira la vida las adquirió en su primera infancia: Anne Tyler vivió en una comunidad cuáquera donde sus padres quisieron vivir aislados y en comunión con la naturaleza. Hasta los once años no fue al colegio y mientras tanto se dedicó a observarlo todo con la avidez del contador de historias.
Para Anne Tyler, un buen libro debe tener capas y capas y capas, como la vida: debe ser «una mentira extremadamente creíble». Su estilo, directo y sin concesiones a lo superfluo, lo pule varias veces durante su proceso de escritura: primero escribe a mano cada capítulo -siempre en papel blanco, sin rayas, siempre con el mismo modelo de Pilot-; cuando lo da por bueno, lo mecanografía y una vez acabada la novela, la lee en voz alta mientras la graba. Después escucha la grabación para detectar si el ritmo es el adecuado y hacer las últimas correcciones. Es entonces cuando la da por terminada y, una vez más, la vuelve a teclear, esta vez en su ordenador.
Lumen acaba de publicar su novela El hilo azul (traducción de Ana Mata Buil; 476 páginas; finalista del Premio Booker), donde narra la historia de los Whitshank, un matrimonio con cuatro hijos ya mayores que se enfrentan a las primeras pérdidas de memoria de la madre y, en general, a la vida de familia. Una historia normal de una familia normal que, como todas las familias, guarda muchos secretos. Una historia normal que en manos de Anne Tyler brilla en cada frase como una piedra preciosa.
Este artículo apareció publicado el jueves 29 de octubre de 2015 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón. Aquí podéis descargar el artículo en PDF.