Una escritura que ilumina

Una escritura que ilumina

02-02-2017

Cuando a los 17 años Carson McCullers puso en su dedo por primera y última vez el anillo de brillantes heredado de su abuela, tenía dos sueños: irse de Columbus y dejar huella en el mundo. Hizo las dos cosas: McCullers (Georgia, 1917 – Nueva York, 1967) –por aquel entonces, todavía Lula Carson Smith-, vendió ese anillo en la joyería de su padre y fue su billete hacia una nueva vida en Nueva York. Allí estudió escritura creativa y se casó con Reeves McCullers, con quien hizo un pacto: los dos querían ser escritores, así que se turnarían y cada uno de ellos dedicaría un año a escribir mientras el otro trabajaba y llevaba dinero a casa. “El nuestro sería un matrimonio de amor y escritura”, escribía McCullers, pero el pacto no llegaría a cumplirse: ella nunca dejó de escribir. Su relación fue destructiva: marcada por el alcoholismo, la ambivalencia sexual de los dos –amó a Annemarie Schwarzenbach, Katherine Anne Porter o Erika Mann- y por frecuentes intentos de suicidio, se separaban y volvían a unirse una y otra vez. Vivieron casi siempre separados, Carson se mudó a Brooklyn y compartió casa con W.H. Auden, Christopher Isherwood, Jane y Paul Bowles.

Escribía guiada por «iluminaciones», pequeñas epifanías que llegaban como un relámpago y disparaban historias en su cabeza. A los 23 años, Carson McCullers publicó su primera novela, El corazón es un cazador solitario. De inmediato fue considerada uno de los grandes exponentes del «gótico sureño», junto a William Faulkner, Eudora Welty o Flannery O’Connor. McCullers no podía estar sin escribir -«escribo para sobrevivir», confesaba- a pesar de que era un suplicio para ella: una enfermedad infantil mal diagnosticada afectó su corazón y le provocaba grandes dolores; con la vista mermada e intensas jaquecas, al final de su vida dictaba los textos que ya no era capaz de escribir.

Se cumplen cien años del nacimiento de esta escritora imprescindible y cincuenta años de su muerte. Para conmemorarlo, Seix Barral está reeditando su obra con prólogos que contextualizan los textos y hermosas cubiertas de Sara Morante. Los dos primeros ya han llegado a las librerías: La balada del café triste (prólogo de Paulina Flores) y Reflejos en un ojo dorado (prólogo de Cristina Morales, epílogo de Tennesee Williams; ambas traducciones de María Campuzano). Una buena excusa para leer a estar escritora que no debería pasar de moda.

 

 

Portada de «La balada dl café triste» de Carson McCullers

LA BALADA DEL CAFÉ TRISTE
McCULLERS, CARSON
Editorial Seix Barral
Año de edición: 2017
Páginas:168

 

Portada de «Reflejos en un ojo dorado» de Carson McCullers

REFLEJOS EN UN OJO DORADO
McCULLERS, CARSON
Editorial Seix Barral
Año de edición: 2017
Páginas:144

 

Este artículo apareció publicado el jueves 2 de febrero de 2017 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón. Aquí podéis descargar el artículo en PDF.

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