Ceija Stojka: Sobrevivir al horror

Ceija Stojka: Sobrevivir al horror

16-01-2020

Ceija Stojka nació en 1933 en Estiria, en una familia gitana lovara. Sus padres viajaban de pueblo en pueblo vendiendo caballos hasta que la anexión de Austria a Alemania impuso nuevas leyes que prohibían el nomadismo. La familia se trasladó a Viena y convirtió el carromato en el que viajaban en una cabaña donde establecerse, pero las Leyes Raciales de Núremberg señalaban también a los gitanos y pronto empezó la persecución.

En 1945, su padre fue detenido y llevado a Dachau. La madre con sus seis hijos, su hermana y sus sobrinos fueron trasladados primero a Auschwitz y a Ravensbrück y finalmente a Bergen-Belsen. La zona destinada para la familia era la peor, junto a los montones de cuerpos muertos que no eran enterrados. Dormían sobre la tierra, no había camas ni suelo: sólo unos tablones sueltos de madera que en otro tiempo habían sido paredes. Y es que incluso dentro del campo, los gitanos constituían una clase inferior: eran los apestados de los apestados.

El calor de esos cadáveres fue su único cobijo contra el frío. Los niños se metían en los huecos que dejaban esos montones: “¡Es mejor que te metas entre los muertos, ahí no hay viento…!”, les pedía la madre para que no murieran congelados. No había comida ni agua: sobrevivieron chupando las gotas de la niebla condensada en las alambradas y comiendo tierra, tela de los harapos de los muertos y hojas de los árboles.

A la vez que el Museo Reina Sofía expone sus pinturas —unos cuadros a medio camino entre lo naíf y el art brut donde vierte sus recuerdos de aquellos días—, Papeles mínimos, el exquisito sello dirigido por Imanol Bértolo, ha publicado ¿Sueño que vivo? Una niña gitana en Bergen-Belsen (Edición de Karin Berger, traducción de Pilar Mantilla), el estremecedor relato de la estancia de Stojka en el campo de concentración. El horror visto desde los ojos de una niña de once años. Pero a pesar de la dureza y de lo amargo de los hechos vertidos en estas memorias, el libro es un canto a la vida, un texto luminoso con una fuerza inusual.

«La auténtica verdad, el miedo y la miseria, lo que realmente nos hicieron, eso no te lo puedo contar», decía Stojka. La autora quiso dejar escrito su testimonio, hasta donde fue capaz de contar, para que nadie olvide lo que pasó. Para que nadie olvide hasta donde pueden llegar la bajeza moral y la miseria humana. Leerlo es una forma de cumplir ese deseo.

Este artículo apareció publicado el jueves 16 de enero de 2020 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón. Aquí podéis descargar el artículo en PDF.

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